Un jueves de otoño caminaba distraída
cuando se cruzó en mi camino,
un pequeño, tímido y negro minino.
Andaba abandonado, con pulgas y mal comido.
Lo alcé de la calle y ahí no más
en mi hombro hizo un nido.
Fui a la veterinaria en busca de hogar,
pero tamaña ternura fue imposible abandonar.
Y por qué no unir nuestros destinos...
Y aunque siempre morí por los caninos
Lo traje a casa y lo nombré
Felino Clementino.
La primera noche improvisadora
Le armé una cama de trapos
Terror a la mañana pues no estaba allí.
Había dormido dentro de la lavadora.
Con paciencia le saqué las pulgas,
Me acostumbró a que todo lo hurga.
Lo acostumbré a que mis plantas
No lo purgan.
Me acostumbró a jugar a las escondidas
Y dudo, cuando lo veo en dos patas,
si es gato o suricato.
Pero, sin dudas, derrocha encanto.
Lo tientan las cornisas, los cables,
Y cuando toco la guitarra.
Ya no hay más intento de pésima rima,
Y aunque los primeros días
No fueron fáciles
Lo adoro. Y se queda conmigo
mi casa es tu casa
Felino Clementino.
5 comentarios:
ay! què lindo poema para Clementino!
te escribo más por mail!
besotes
CRUZ
Clementino el felino...
tal como la novela de Valentino
el Argentino, fue levantado,
digo.. levantadino...
qué gracioso
e ingenioso
comentarioso
soy un oso comentarioso,
que por curioso termine como moso...
solo sirvo queso mantecoso y aceitunas con carozos...
.coso.
oso curioso, ¡qué jugarreta!
ojalá yo tuviera
tus dones de poeta
Publicar un comentario