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martes, 25 de marzo de 2008

LOCA..lidad

El periplo dura alrededor de hora y media.
Comienza con la larga espera del perezoso 188, que me deposita en la multitudinaria estación Once.
El viaje en tren es, sin ironía, balsámico.
Ir dejando la gran ciudad atrás, escuchar los discursos cada vez más elocuentes de los vendedores, leer...leer... leer.
La parte que más me gusta es de Haedo a Morón, no sé por qué...


Camino a la casa de los viejos...



La tranquilidad del domingo y el olor a asado que sobrevuela las cuadras

Y llegar. Esta es mi calle. No lo ven. Pero a la izquierda está Tobi, esperándome en la reja... como si escuchara mis pasos desde la estación.

(tuve que incluirlo, ¿cómo elipsar esta mirada...?)

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