Hace veintidós años que escribo el relato de mi vida. Siete mil novecientos veinte días en unos cuantos diarios, agendas y libretas.
Puedo abrir cualquiera de ellos, en cualquiera de sus páginas, y es como si abriera la puerta de una máquina del tiempo: ese día vuelve a mí con sus voces, sus olores y con toda la realidad que ya perdió.
¿Será ésta una obstinada necesidad de querer aprehender el tiempo? ¿De querer seguirle los talones a la rapidez con que muta?
Con pocas personas he compartido lo que hay escrito en ellos.
Y ahora, como verán, he decidido abrirlo a la inconmensurable extensión cósmica de un blog, a una infinidad de ojos desconocidos que se posan y recorren mis palabras. No sé precisar el motivo que me impulsó a hacerlo o quizás sí: mi amor por la vida y por la escritura, un deseo incontrolable de querer darle algo de sentido a este espacio de tiempo que me toca compartir con todos ustedes hoy y con todas las voces que me llegan de otras páginas que mis ojos recorren y que están en una dimensión espacial propia, quisiera desalojar de mi cuerpo a todas las criaturas que me habitan.
Ahora está la posibilidad de que lean mi diario. Alimento a las almas voyeur. Bienvenidas sean. Bienvenidos son sus comentarios.
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1 comentario:
hi Fer
Cómo estás?
thank you for your kind comment.
I am going to put up work on here as much as I can.
You are a writer sounds really nice have you had anything published before?
catch u later
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