Todos esperaban con ansiedad la culminación de la autopista del oeste. La idea de acceder a la capital en unos minutos había fascinado a más de uno, salvo a aquellos que debían abandonar sus casas para dar lugar a la construcción. Pero casi a la fuerza asumieron que no podían negarse al avance del progreso y, a cambio de algún dinero, cedieron y se marcharon.
Al tiempo de la inauguración de la obra comenzaron los accidentes. Cantidad de autos han sido víctimas de la visión que, de madrugada, asalta a los conductores.
En medio de la de la calma monótona del camino, una espesa nube de humo lentamente rodea al auto y una jauría de perros furiosos lo asalta de repente. El cabecilla de la jauría, de escalofriantes ladridos, le muestra al conductor sus descomunales colmillos pegados al vidrio mientras los demás aullan como lobos y golpean las puertas con sus hocicos. Cuando el conductor, sorprendido y aterrado, reacciona bruscamente, los perros desaparecen. Todos aseguran haber visto lo mismo. Noche de perros, según le han puesto. Se cree que son los mismos perros que solían vivir en las casas que se demolieron y que vuelven a defender y recuperar su antiguo territorio.
Los de la compañía constructora desacreditan la historia y aseguran que es producto de la imaginación conspiradora de la gente. Pero los vecinos, sólo por si acaso, se pusieron de acuerdo y encargaron una imagen de San Roque. Aunque en la entrega hubo una confusión y colocaron un Sagrado Corazón de yeso de considerable tamaño en una de las lomas del costado de la autopista, para alejar todo tipo de supersticiones y malos espíritus.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario